El jardín del árbol inmortal pero perecedero
Pues sí, Totórmalo estaba convencido de que pasarse el resto de su vida dentro del jardín del árbol inmortal pero perecedero, no era una buena idea. Y esto no era porque el árbol fuera perecedero, porque importantes científicos e ingenieros del jardín del árbol inmortal pero perecedero decían tener la solución a este problema. No, no era esto lo que le preocupaba a Totórmalo. El pensaba que ese jardín no era el lugar correcto para vivir, decía que el no podía ser él mismo dentro del jardín del árbol inmortal pero perecedero, era uno más con las mismas y básicas aspiraciones, poder ser enterrado en el mejor lugar del jardín del árbol inmortal pero perecedero.
En este punto habría que contar que Totórmalo no era precisamente normal. Sus padres siempre lo excusaron ante todo el mundo diciendo que de niño se golpeo fuerte la cabeza contra el árbol inmortal pero perecedero, y desde entonces, además de quedarse un poco mal de la cabeza, le tenía un odio atroz al pobre e inocente árbol. Pero esto no era verdad, bueno lo del golpe si, pero lo demás no. Lo que pasaba era que Totórmalo no podía vivir en torno a la contradicción que suponía para él un árbol inmortal pero perecedero.
En la escuela del jardín del árbol inmortal pero perecedero se enseñaba a todos los niños el origen de de este. Hablaban de cómo el líder un día diseñó el espacio más perfecto y hermoso del mundo. El mundo era un lugar feo, imperfecto, hecho a la imagen y semejanza de la ignorancia y el mal gusto. Era un lugar sin diseño que había sido levantado a pequeños impulsos de sus zafios habitantes. Extraños e incomprensibles intereses, muchas veces relacionados con la intención de molestar al vecino y de arrebatarle lo que es suyo, habían hecho de él un lugar inhabitable. Podréis imaginar que algo así solo podría terminar en desastre. Una gran guerra los enfrentó a todos. La verdad es que no había mucha diferencia entre el estado anterior y el estado de guerra, todo estaba igual, con la diferencia que se habían montado dos bandos. Sobrevivieron a la fratricida guerra x personas, curiosamente todas del mismo bando. Y por supuesto surgió un líder. Ese líder resulto ser una persona terriblemente inteligente, tan inteligente era que fue capaz de crear dos bandos y estar al final al frente del vencedor. Pues bien, este inteligente líder concibió el jardín del árbol inmortal pero perecedero donde vivirían en perfecta armonía.
El jardín del árbol inmortal pero perecedero fue construido siguiendo las proporciones áureas basadas en un número mágico que solo el líder conocía y que según él le había sido entregado directamente por el creador de todas las cosas. El árbol de El jardín del árbol inmortal pero perecedero, cubría con sus 4 ramas la porción de El jardín del árbol inmortal pero perecedero donde deberían habitar las x personas. Excepto una de las ramas, a la que el líder llamó la rama de la dignidad humana; esta rama sobrepasaba los límites del espacio habitable, gracias a ella las x personas sabían que eran libres porque su dignidad como humanos sobrepasaba los límites del espacio habitable en donde vivían. Lo que no sabían era que esa rama fue concebida gracias al número mágico y que pertenecía a todo el conjunto ideado por el líder.
Y esté era el gran conflicto de Totórmalo, el no poder salir de ese espacio que se anunciaba como contenedor de libertad, igualdad y fraternidad. El quería saber que había más allá, quería situarse justamente debajo de la punta de la rama de la dignidad humana.
El día de su mayoría de edad, el último día que se le permitiría pisar el césped de El jardín del árbol inmortal pero perecedero ( el primero fue el día que comenzó a caminar, el mismo que se golpeó contra el árbol), ese día especial donde se suponía que sobre el césped prohibido de pisar encontraría a la mujer con la que engendraría sus vástagos, ese día Totórmalo salió del espacio habitable dentro de El jardín del árbol inmortal pero perecedero y se dirigió a la punta de la rama de la dignidad humana. Al llegar miró hacia arriba y se dio cuenta de que estaba más alta que las demás, pero no percibió más, todo era perfectamente igual. Bajo su cabeza decepcionado, un miedo empezaba a engendrarse dentro de él, ¿qué pasaría ahora? ¿Le dejarían volver? ¿Qué le haría el líder?. Miró al frente, vio el rió de césped prohibido de pisar, giró noventa grados sobre sí mismo y siguió para adelante. Con una determinación que iba en aumento cruzo el río de césped prohibido de pisar y siguió hasta alcanzar el límite de El jardín del árbol inmortal pero perecedero. No podía continuar. Ya antes había visto los límites de El jardín del árbol inmortal pero perecedero pero nunca se le había ocurrido mirar más allá. Esta vez lo hizo y lo que vio le sorprendió, un mundo lleno de césped prohibido de pisar pero con un aspecto mucho más caótico. Se sentó y comenzó a pensar en la creación de un lugar donde las x personas pudieran vivir en una real libertad, y aún más, tener la posibilidad de multiplicarse a placer. En ese momento comenzó a plantear las bases de la nueva libertad y dignidad humana, mucho más libres y mucho más dignas.
Lo que no sabía Totórmalo era que todo el caminó que había seguido hasta ese punto estaba perfectamente incluido dentro de las proporciones áureas de El jardín del árbol inmortal pero perecedero, y que todo lo que caminase y todo lo que crease a partir de ahí eran nuevos cálculos basados en el número mágico en posesión del líder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario